Tuesday, December 1, 2009

El Rescate


El Rescate del Siervo Amargado

Mas allá de atlante azulado donde parece que nace el sol, sufría crudamente en desespero un triste y solitario viajero bajo el tumulto de un extraño puerto su profundo destierro y despojo. El aguijón de la muerte el sentía como efecto de una vil elección.

Reflexiona alma mía te decías contrito vislumbrando en ascuas un obtuso vació. En abandono y desamparo te habías quedado al igual que tus santos tesoros que en fidelidad el benigno creador con amor te había consagrado

Bajo sombra de nubes extrañas acogido por el temor y la sabia razón inculcaba al viajero una tierna y delicada voz que en silbo de viento apacible un divino son redactaba “aun hay tiempo hijo mió, aun hay olvido hijo amado, y si te arrepientes aun hay perdón para ti.”

La implacable justicia se negaba a cobrar doble vez el jugoso rescate, un errante forastero de un siglo distante la deuda ya había saldado y al saberlo tú quedaste extrañado. Al expiar sin percance tú culpa con afán tristemente una tierna voz en tu oído advertía que siguieras fielmente adelante sin volver la mirada hacia atrás

Al mirar los ojos de un extraño que por el puerto pasaba sin duda supiste que tu culpa había sido no poca y que de calixta hiel una copa tu pecado la había colmado. Y al besarte ese extraño en la cúspide frente sentiste ebriedad de dolor en sus labios, por este hecho sin duda supiste que por tu amargo pecado Jesús al beber debió haber vacilado

Al partir de su lado muy triste con la cabeza hacia abajo sin querer un teñido manto rozases; quisiste pedir perdón y dar gracias al extranjero con quien te tropezaste; y en ese preciso instante gran alivio de males sentiste. Ya estando dos leguas distante con asombro tu atuendo miraste y al verlo de sangre teñido tú pensabas que estabas herido

No era tuya la sangre viajero sino más bien la de aquel forastero que al desear su amor comprobarte de sus poros la había sudado. Al beberse la copa calixta justo antes de ser arrestado por venderle su amigo con beso Jesús pagaba tu culpa y borraba de la historia aquella tu vil elección


Miguel Ángel Tinoco Rodríguez