Monday, February 1, 2010

¡Vino un Ángel! ¡Vino un Ángel!


A continuación doy a conocer a quienes pueda interesar lo que ocurre cuando un Judío desesperado y arrepentido se dirige a Dios en oración con un corazón quebrantado y un espíritu contrito y suplica por causa de la adversidad o de los efectos venenosos del aguijón del pecado.

Sión, Febrero 1 del 2010


Esta es mi primera experiencia espiritual y comunicación directa que tuve con el Dios de Abraham, Isaac Y Jacob quien reina en la tierra así como en el cielo. Y esta experiencia aconteció en mi adolescencia cuando tenía yo unos 17 años de edad; y esto ocurrió exactamente en la mañana del 29 de Septiembre del año 1987.


Sin mas preámbulo y con pequeños cambios, arreglos menores de gramática y ortografía y otras menores agregaciones contextuales inspiradas relato esta historia tal y como se encuentra subscrita en mi diario.


Septiembre 29 de 1987


*Hoy es un día muy especial para mí por las siguientes cosas que acontecieron tocantes a los hechos de mi vida. Esto es una revelación personal del cielo que cambio mi mentalidad de un momento de intensa crisis emocional a una actitud de paz, gozo y armonía positiva entorno a todo mi derredor. Esta experiencia puede ayudar a alguien si en cualquier momento la calamidad asecha con destruir la mente y los sentimientos como hoy ocurrió conmigo. La historia parece un tanto increíble, pero yo doy testimonio ante Dios y sus Ángeles en el Nombre de Jesucristo que es un verdadero relato de los hechos de mi vida.

Este día, sin razón ni motivo no asistí a la escuela como de costumbre. Quizás no era menester no haber podido ir a la escuela hoy. Y como cosa irregular, me levante de mi cama un poco tarde, si, aproximadamente a las ocho de la mañana. Mi hermana menor, Nohelia se levanto temprano para ir a la escuela y se fue. Después mi Madre se puso a cocinar desayuno y mientras tanto nos pusimos a platicar tocante al sótano que alquilamos y donde ahora vivimos. Si, hablamos de que este lugar es muy incomodo para vivir y hacer las cosas que deseamos hacer. También hablamos de otro tanto de cosas que no concierne escribir aquí. Yo Miguel, estaba desesperado por tanta incomodidad que tenemos; y para colmo de males, la casa estaba desordenada. Esto y mas la desesperación que yo tenia miraba la casa pero que nunca. Me calme un poco y mi madre y yo desayunamos. Después de eso, mí madre se tuvo que ir al Templo Mormón de Washington D.C. o a su trabajo, y se fue.


Pasados unos minutos después de haberse ido mi madre a trabajar, yo Miguel, me senté en un viejo sillón azul que hay en casa; y mientras tanto me puse a pensar por escasos minutos como podía ordenar mi casa. Y al ver de nuevo todo el desorden, se despertaron mis pasiones y de nuevo me entro súbitamente una terrible desesperación. Si, era tanta la desesperación que ya tenia los nervios de punta, o mejor dicho, descontrolados. Si, era tan grande mi desesperación que en ese entonces hasta desee la muerte. Sin embargo pude razonar y darme cuenta que esa desesperación no era tanto por el desorden que había en casa; sino por el desorden de mi alma porque había escudriñado mucho las Santas Escrituras y la verdad de ellas estaban surtiendo un efecto en mi que me hería hasta el centro del alma; si me partían hasta los huesos y me dolían las mismas coyunturas. Y fue porque muchas cosas de mi pasado se revelaban en mi mente y me mortificaban en gran manera. Si, era como una ardiente angustia y culpa por todos los pecados e iniquidades que había acarreado en mi espalda desde mi niñez; y no sabia como descargarlos o desecharlos y ser libre de ellos. Y cuando me encontraba en medio de esa angustiosa aflicción yo lloraba amarga y desesperadamente; y también comencé a orar a mi Dios diciéndole:


“Padre, ¿porque solo a nosotros nos pasan estas cosas y porque sufrimos tanto? ¿Porque toda la gente progresa y nosotros no? ¿No crees Señor que ya hemos sufrido suficiente?”


Yo Desesperado y al miso tiempo lamentándome como una magdalena, le pedí a mi Padre Celestial que me dejara sufrir solo a mi y que a mi familia no; y que por ellos nos pusiera un lugar donde pudiéramos vivir mas cómodos. Y no se porque, pero también le dije que por mi rebeldía y dura cerviz yo me sentía culpable por la desdicha o sufrimiento de mi familia y que no era justo que justos pagaran por mis faltas. Pensaba que si Dios no nos bendecía debería ser por causa de mi propio comportamiento pecaminoso. También le pedí a Dios otras cosas que yo deseaba. Y además de estas cosas que le pedí al Padre, le rogué que yo quería morirme en ese instante. Y eso se lo repetía una y otra vez suplicándole que me arrebatara de la tierra, pero no me contesto como yo quería o esperaba.

Al mirar que no sucedía nada, me dirigí al Padre nuevamente y le dije:


“Padre, si mi galardón no es aquí en la tierra posiblemente sea en la vida venidera; pero ya ves Señor, que yo no cumplo con los mandamientos como tu quieres que cumpla. O sea que no voy a ser feliz ni aquí en la tierra mi en el mundo venidero.”


Metiéndome repetidamente en la cabeza que no iba a ser feliz en ningún lado y matando toda esperanza de salvación, le pedí de nuevo al Padre que yo quería morirme. Si, que la muerte en ese instante seria mi única felicidad aquí en la tierra. Y le pedía eso a Dios porque quería desprenderme de la inmensa angustia que me agobiaba hasta el borde de la misma locura. Si, así le dije al Padre que mi muerte en ese instante seria mi único consuelo aquí en la tierra pues me sentía destruido moral y espiritualmente. Y esto se lo repetía una y otra vez y no sucedía nada.


Y yo, Miguel, llorando desesperado amargamente y sin recibir ninguna contestación mas que el silencio; entones, suplique de nuevo al Padre y le dije:

“Padre, ya que no quieres que yo muera te pido con toda mi alma, con todas las fuerzas de mi corazón y con todo mi aliento que me des una bendición; si, una bendición de aliento de vida, y deseo que me la de un Ángel enviado por ti.”

Y le Pedí eso al Padre muchas veces y miraba hacia el cielo y no ocurría tal cosa. Y yo, Miguel, llorando desesperado sin recibir ninguna contestación de nuevo mire hacia el cielo y mire una luz que bajo de un solo como un rayo y no supe donde se fue. Y la luz dejo un rastro luminoso vertical similar al que dejan los aviones en lo alto del cielo. Pero este rastro era trasluciente o luminoso y muchísimo más pequeño y solo duro unos segundos y desapareció.


En ese entonces me puse a decir en voz alta: “ESE ES EL ÁNGEL QUE VIENE A BENDECIRME.” En ese preciso momento me entro un sueño profundo como nunca antes me había entrado. Y me domino al grado que me acosté en el sofá Azul del que he hablado que me había servido de altar sobre el cual de rodillas oraba y con angustia suplicaba. Y cuando me acosté cerré los ojos y por unos minutos me decía a mi mismo: “Cuando de nuevo habrá los ojos voy a ver al ángel que tanto deseaba ver en cuerpo o en espíritu.” Pero habría los ojos y los cerraba y no sucedía nada. En ese preciso momento yo no sabia, ni tampoco pensaba el porque de aquel sueño repentino. Era temprano en la mañana y no hace mucho me había despertado. Tampoco solía dormir por el día, sino una vez durante las noches, no obstante el sueño que súbitamente me entro me domino hasta que me acosté.


Aconteció que en uno de esos abrir y cerrar de ojos no los volví a abrir mas. Y encuato cerré mis ojos por ultima vez empecé a ver un tanto de cosas de las que le pedí al Señor mientras le oraba. Como por ejemplo, me miraba viajar por el mundo en el tiempo o pasar de tiempo a otro tiempo; y otro tanto de cosas que le pedí al Señor tocante a mi vida o propósito en la tierra pero que ahora no tengo muy claras en mi mente. En verdad no recuerdo si mire todas las cosas que deseaba mirar, pero cuando miraba tales cosas me dieron muchas ganas de regresar a mi cuerpo. Era como si me encontrara viajando en el espíritu. Pero intente regresar varias veces y no conseguía despertarme; y esto me dio mucho miedo porque pensé que mis deseos de morirme se habían realizado.


Y en ese momento sentía un cansancio debilitante que no me dejaba regresar a mi cuerpo. Esto era como si alguien me estuviera sosteniendo de los hombros. Y mientras intentaba y me esforzaba por regresar a mi cuerpo escuche una voz arriba de mi cabeza; y entonces cese el intento de regresar. La voz llamándome por mi nombre me dijo: “Miguel, yo soy el Ángel que ha enviado el Señor y todas esas cosas yo te las he mostrado. Y e aquí, en tu casa, yo puse las manos sobre tu cabeza y te bendije como lo pediste.” Y también la voz del Ángel me dijo: “Volveré a visitarte otra vez.” Yo no recuerdo si me dijo que volvería a visitarme otro día o si volvería cuando lo necesitase de nuevo. Pero después de eso el Ángel me dijo: “Antes de que regrese tienes que encaminar una alma al redil.”


Al pasar todo esto yo ya había perdido el miedo y quería regresar a mi cuerpo para verle la cara al Ángel, pero el cansancio no me dejaba. No obstante, lo intente una y otra vez hasta que por fin lo conseguí y me desperté. Y cunado conseguí despertarme el cansancio se desvaneció. Poco a poco busque atrás de mi a al persona que me había hablado pero ya no estaba allí. El Ángel ya se había ido. Después de estos hechos me levante del sofá y cuando estaba de pie me tembló el cuerpo y me sentía sumamente débil. Pero yo no le puse mucha atención al cansancio y me puse a saltar como ternero o cordero en un establo de alegría porque yo sabía que había venido un Ángel del cielo a bendecirme. Y repetía eso muchas veces y decía: “¡Vino un Ángel!, ¡Vino un Ángel!...!y me bendijo!”





Y después de tanta alegría y gozo en mi pecho me puse a pensar y me pregunte: ¿Quién pudo haber sido el Ángel que me había venido a bendecir? Y también trate de recordar todo lo que había mirado en la visión, pero no pude hacer mucho.



Lo único que pude recordar vividamente es que yo estaba vestido con un traje oscuro sobre un pedestal como de la altura del hombre con dos libros en mi mano; y que una gran multitud de personas me estaban escuchando. También recuerdo haber visto muchas eras y acontecimientos importantes pasar por mi mente como en una pantalla. También recuerdo que viajaba mucho. Y otro tanto de cosas que no recuerdo muy bien. Lo que si esta bien claro en mi mente es que el Ángel me dijo que volvería a visitarme de nuevo; pero antes de que eso sucediera yo tenía que encaminar una alma al redil.

Bueno, después de haber recordado lo que me dijo el Ángel, quise asegurarme de que todo lo que había ocurrido era verdad; y la única manera de asegurarme era recurriendo de nuevo a la oración. Aconteció que empecé a implorar de nuevo a mi Padre celestial preguntándole si era verdad lo del ángel y todo lo que había sentido; y que esto no era solo una suposición mía. Y acabando de decir esas cosas una tierna vocecita en mi mente me lo confirmo y me dijo, también llamándome por mi nombre: “Si, Miguel, vino un Ángel del cielo a bendecirte.” Y esa vocecita también me dijo que el Ángel volvería, pero que primero yo tenía que encaminar un alma al redil. Y yo le pregunte a esa vocecita que quien era el Ángel que había venido a bendecirme. Y la vocecita me dijo que el Ángel ara Juan el Bautista.



Y Yo Miguel, doy testimonio de que de verdad vino un Ángel del cielo y que el Ángel es Juan el Bautista según como me lo comunico la voz del Espíritu del Señor. El Ángel me bendijo y yo sentí su presencia; y también sentí su poder. Y al mismo tiempo sentí que yo tenía poder en mis manos. Y de verdad, yo, y todos los que poseemos el sacerdocio de Aarón, el mismo sacerdocio que poseía Juan el Bautista en el meridiano de los tiempos; si, todos nosotros tenemos tal poder. Y este es el poder de Dios dado al hombre para ministrar en bien de los hombres en cuento a las cosas terrenales; y el cual, también tiene las llaves del ministerio de Ángeles; y del evangelio de arrepentimiento, y del bautismo por inmersión par ala remisión de pecados. Yo se que esto es verdadero; y ahora no creo que sea necesario que el Ángel venga de nuevo solo para asegurarme de que de verdad vino porque yo ya lo se. Y lo se por el poder del Espíritu Santo quien testifica del Padre y del Hijo y de la veracidad de todas las cosas. Y yo lo sentí así como cualquiera que lea este testimonio sentirá el Espíritu del Señor y no necesito mas pruebas para creer.

Y después de haber pasado todo esto, sentí de nuevo aliento en mi vida; así como también sentí el perdón de Dios que me libro de toda culpa.




Y esta es mi maravillosa experiencia, la cual, testifica mucho acerca de la oración. Que si nosotros pedimos con fe y con verdadera intención sabiendo que recibiremos como lo explico Jacobo o Santiago en la Biblia, nuestras oraciones pueden ser contestadas al instante así como me sucedió a mí en este día. También testifico de Jesucristo. Yo se que el vive y que se sacrifico por todos nosotros. También testifico de nuestro Padre Celestial, del gran amor que tiene por sus hijos. Porque de tal manera amo Dios al mundo, que nos dio a su hijo unigénito; si, a Jesucristo, el padre del cielo y de la tierra a que pagara nuestras infinitas deudas y nos rescatara de la muerte y del pecado. Si, esas dos grandes barreras que nos impiden regresar sin mancha a la presencia de nuestro Dios. También testifico del Espíritu Santo, nuestro consolador, el cual testifica siempre de Jesucristo y de su maravilloso plan de salvación, y también testifica del Padre Eterno de nuestros espíritus y de la veracidad de todas las cosas.

También testifico de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que es le Reino de Dios aquí en la tierra. Si, esta es la única Iglesia verdadera y viviente con la cual Dios esta bien complacido, hablando de la Iglesia colectiva y no individualmente, porque Dios no puede mirar el pecado con el mas mínimo grado de tolerancia.

De que esta Iglesia de la que hablo es la única Iglesia sobre la faz de la tierra que tiene la autorización particular de Jesucristo y el poder de Dios en gran gloria para proclamar su sempiterno evangelio y administrar sus ordenanzas para perfeccionar y exaltar a los santos hijos de Dios y para redimir a los muertos. Testifico del Libro de Mormón, de que, yo, Miguel, se sin lugar a dudas de su veracidad como la palabra de Dios y que contiene la plenitud del evangelio de Jesucristo en toda su pureza y claridad. Y también se que no hay otra Iglesia ni otro evangelio tan puro y tan perfecto como el nuestro. También testifico acerca de La Biblia, que es la palabra de Dios hasta donde esta correctamente traducida.


 
También se que el Dios de nuestros padres; Si el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob es un Dios de milagros. Y El es un Dios inmutable; si, de cierto os digo que El gran yo soy es el mismo de ayer, hoy y para siempre; y que como en la antigüedad, el nos ha mandado apóstoles y profetas. Y que hoy día y desde la restauración del evangelio en estos últimos días tenemos y seguiremos teniendo profetas videntes y reveladores que reciben constante revelación de Dios para guiar a su pueblo y enseñarnos como vivir en este mundo perverso y como extranjeros en medio de esta generación porfiada de maldad, tumulto y confusión.




Este es mi testimonio fulgente y continuamente reforzado como el bronce y como el acero; y esta es también mi maravillosa experiencia que al principio es muy deprimente pero con un glorioso final. Y estas palabras pueden ayudar a alguien si es que la calamidad o adversidades vienen a tratar de destruir su mente y sus sentimientos casi hasta la muerte así como ocurrió conmigo. Escrito esta y lo que digo a uno lo digo a todos y no me disculpo porque no son mis palabras sino las palabras de Jesucristo y como el ha dicho así sucederá. Recordad hombre que por todas tus obras serás traído a juicio, ya se apara bien o para mal; y que esta vida es el tiempo para prepararse para compadecer ante Dios. EL manda a todos los hombres en todas partes a venir a El y participar de su salvación y estas son la palabras que El mismo os manifiesta.



“¡Venid a mí, oh gentiles, y os mostraré las cosas mayores, el conocimiento que se ha ocultado a causa de la incredulidad! ¡Venid a mí, oh casa de Israel, y os será manifestado cuán grandes cosas el Padre ha reservado para vosotros desde la fundación del mundo; y no han llegado a vosotros por motivo de la incredulidad!

He aquí, cuando rasguéis ese velo de incredulidad que os hace permanecer en vuestro espantoso estado de iniquidad, y dureza de corazón, y ceguedad de mente, entonces las cosas grandes y maravillosas que han estado ocultas de vosotros desde el principio del mundo, sí, cuando invoquéis al Padre en mi nombre, con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, entonces sabréis que el Padre se ha acordado del convenio que hizo con vuestros padres, oh casa de Israel.

Entonces serán manifestadas a los ojos de todo el pueblo mis revelaciones que he hecho que sean escritas por mi siervo Juan. Acordaos, cuando veáis estas cosas, sabréis que el tiempo está cerca en que efectivamente serán manifestadas. Por tanto, cuando recibáis esta historia, sabréis que la obra del Padre ha empezado sobre toda la faz de la tierra.

Arrepentíos, pues, todos vosotros los extremos de la tierra, y venid a mí, y creed en mi evangelio y sed bautizados en mi nombre; porque el que crea y sea bautizado, será salvo; mas el que no crea, será condenado; y las señales seguirán a los que crean en mi nombre. Y bendito es aquel que sea hallado fiel a mi nombre en el postrer día, porque será enaltecido para morar en el reino preparado para él desde la fundación del mundo. Y he aquí, yo soy quien lo ha hablado. Amén. (Libro de Mormón Éter 4:13 - 19)

Todas estas palabras son verdaderas y las sello hasta el momento en que han de ser publicadas para ser compartidas a quines tengan la oportunidad de leerlas para que sepan a quien adorar y a que redil ir para alcanzar las bendiciones de salvación eterna disponibles para vivos y para muertos. Y esto lo hago solemnemente con la autoridad que me corresponde en el Santo y sagrado nombre de Jesucristo, nuestro redentor y abogado ante el Padre, Amen.

Miguel Ángel Tinoco Rodríguez