Por
Miguel Angel Tinoco Rodriguez
Sión
4 de Agosto de 2010
Nada hará el Señor sin antes revelar sus secretos a sus siervos los profetas.
Esta es una parábola a semejanza del reino de los cielos.
El reino de los cielos es semejante a un padre de familia que se dispone, como el ya lo había prometido, a alimentar a toda su casa con la carne preservada de reyes y de príncipes; y también con alimento fresco de aquellas cosas que están a punto de perecer.
Y en vísperas de esto, el Gran Padre de la familia manda a su hijo con una refrigeradora blanca muy grande sobre sus lomos. Y la refrigeradora tenía por cabeza un congelador donde se preservaría la carne. Y en su parte inferior tenia compartimientos donde se preservaba alimento fresco y también aquellas cosas que pronto deberían perecer.
Y aconteció que cuando el hijo con su pesada carga llego a la casa de los convidados puso la refrigeradora blanca con dos puertas en medio de dos refrigeradoras pequeñas que ya estaban allí como apagadas. Y al establecer la refrigeradora blanca en el suelo, la refrigeradora no se pudo sostener y se inclino hacia abajo como agachando su cabeza en agradecimiento al hijo del padre que la había cargado hasta ese lugar. Pero el hijo no le permitió que le dieran reverencia sino que la sostuvo, no con una sino con las dos manos extendidas; y la izó para que en lugar de mirar hacia abajo que mirara hacia arriba para que agradeciera al gran padre y no al hijo del cielo.
Y vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero. Y con justicia él juzga y hace la guerra. Y sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
Y los ejércitos que están en los cielos le seguían en caballos blancos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio. Y de su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones; y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
Y vi a un ángel que estaba de pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos para la cena del gran Dios, para que comáis carne de reyes, y carne de capitanes, y carne de poderosos, y carne de caballos y de sus jinetes; y carne de todos, de libres y de esclavos, de pequeños y de grandes.
Apocalipsis 19:11-18
Sion
4 de Agosto del 2010
Esta es la parábola un marinero desdichado, y miserable, y pobre, y ciego y desnudo que estando por mucho tiempo rodeado por la odicea entre muchas aguas no sabia que hacer.
Al principio el marinero no era mas que un joven viajero muy rico y astuto que navegaba por donde el quería sobre aire, sobre la tierra y sobre las muchas aguas. Y cansado de viajar, en el otoño de su vida decidió anidar y resolvió que quería ser pescador. Y muy diligentemente había construido un gran estanque donde tenía toda clase de peces. Y así el velaba de día y de noche los peces de aquel estanque.
Pero un día en lugar de velar por las por los peces el se había como enseñoreado de tanto de los peces flacos como de los gordos como si fueren solo suyos. Y habiéndose holgado un poco, perdió el celo por su trabajo y pensando que ya no necesitaba mas nada empezó a beber, a comer y alegrarse con los inicuos. Pero el amo del estanque al percibir sus sinsabores y el gran relajo, envió a un siervo con instrucciones precisas y un mensaje para aconsejarle. Y también para amonestar al velador que no había contado bien sus pescados. Y el mensajero también le dijo que si no se arrepentía y era celoso con su trabajo que su mayordomía le seria quitada; y que a fin de cuentas seria expulsado. Pero el incrédulo vigilante sin poner la debida atención al consejo de su amo se enojo internamente y no quiso escuchar mas al consejero, porque el mensajero cuando hablaba, lo hacia como con voz de trompeta.
El velador originalmente suponía en su corazón que en el estanque que con sus manos había construido solo había como 62 peces. Mas el mensajero había sido preciso al decirle que despertara y abriera bien sus ojos y que se lavara los ojos y que se ungiera con ungüento de Kolob-Orion para que viera porque en realidad había como 153 peces nadando en el estanque.
Y entonces el velador a tratar de contar se dio cuanta que no podía ni siquiera leer. Así que se sintió muy avergonzado y con mucho cuidado y sin desviar en atención a las remarcas del mensajero, se dispuso a hacerle cazo para poder ver si era cierto que al lavarse y ungirse podía ver mejor.
Y aconteció que el velador se ciño y se dispuso a ir al bañiario al lugar alto al que se le conoce como el estanque de Siloé cuyas aguas corren pacificas y tranquilas. Y estando allí se le lavo no solo los ojos sino todos los miembros vitales de su cuerpo; y también se le ungió con el más preciado ungüento del cual se le había hablado. Y de cuando en cuando sus ojos fueron abiertos; y cuando lo supo, por lo que vio se maravillo porque percibió lo que nunca su corazón había considerado; que no solo era ignorante, sino que también era un desdichado, y un miserable, y pobre, y ciego y desnudo. Y que necesitaba vender sus peces para poder vestirse y si acaso le quedaba algo de dinero lo debería usar para comprar oro refinado en el fuego para así poder ser rico.
Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí, el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice: Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no sabes que tú eres un desdichado, y miserable, y pobre, y ciego y desnudo. Yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.
Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono
Apocalipsis 3: 14-21
Sion
4 de Agosto del 2010
Parábola del alguacil que cuidaba los presos.
Había un portentoso alguacil que sentado en su buro cuidaba en la noche a cierto número de reos que habían caído en su poder como reos que s habían rebelado al dominio de su oscuro reino.
Y prontamente después de ser empleado, el sanguinario alguacil se ensoberbeció por el mucho vino con el cual había sido embriagado. Y este estando borracho empezó reñir y a reargüir profetizando que la venida del Señor estaba muy cerca. Y a todo el que se le acercaba le decía que sus hermanos lo habían traicionado; y que lo habían vendido a sus acreedores.
Y como era pasada la hora onceaba de noche todos los reos a cargo del alguacil ya estaban como uniformados como niños resignados y listos para ser puestos a dormir. Pero de entre algunos de estos reos se estaba hablando entre si del limpio cambio de mudada que se les había otorgado. Porque a unos se les habían dado vestiduras doradas como el color de los polluelos. Y aunque estos reos eran grandes parecían niños pequeños empajamados como tiernas aves. Pero no todo fue felicidad. Corrió también por allí un espantoso rumor que a otros reos que no permanecían allí, les toco la suerte de ser vestidos de verde como de hediondos y lamados pescados listos para ser quemados.
Y aconteció que mientras esperaba cada quien en su lecho la venida del gran superintendente, el alguacil les cantaba a sus reos una odiosa melodía que los dormía en lugar de enseñar lo que les correspondía. Y de esa manera empezó el alguacil a emborrachar también a casi todos los reos.
Pero había entre los reos uno que no se tragaba la letra de la canción y por lo tanto no se le podía hacer dormir. Y este bullicioso estaba vestido de los pies hasta la cabeza como si fueran un polluelo hasta con zapatillas delicadas. Y quien con su bullicio trataba de mantener despiertos a los demás pollos pero por su atolondrado y pernicioso bullicioso ya nadie le quería oír.
Y aconteció que cada vez que el alguacil profesaba que el dueño de la prisión estaba ya estaba en su casa; o que el estaba en el desierto, o que se encontraba escondido el las cámaras secretas; o que estaba enseñando en alta voz en las encrucijadas, el osado y bulliciosa reo con desafiante son e incredulidad le respondía: “todo eso que tu dices es un infame mentira.”
He aquí, os digo estas cosas por el bien de los escogidos; y también oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque ha de acontecer cuanto os dije; mas aún no es el fin. He aquí, os lo he dicho antes; por tanto, si os dijeren: He aquí, está en el desierto; no vayáis. Helo aquí en las cámaras secretas; no lo creáis. Porque así como la luz de la mañana nace en el oriente y resplandece hasta el occidente, y cubre toda la tierra, así también será la venida del Hijo del Hombre.
Ahora os declaro una parábola. He aquí, donde estuviere el cuerpo, allí se juntarán las águilas; así también se recogerán mis escogidos de los cuatro extremos de la tierra. Y ellos oirán de guerras y rumores de guerras.
He aquí, hablo por el bien de mis escogidos; porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino; habrá hambres, pestes y terremotos en diversos lugares. Y otra vez, por motivo de que abundará la iniquidad, el amor de muchos se enfriará; más el que no fuere vencido, éste se salvará.
Y otra vez, este Evangelio del Reino será predicado en todo el mundo, por testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin, o sea, la destrucción de los inicuos; y de nuevo se cumplirá la abominación desoladora predicha por Daniel el profeta.
E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y serán conmovidos los poderes del cielo. De cierto os digo, no pasará la generación en la cual se muestren estas cosas, sin que se cumpla todo lo que yo he dicho.
(Perla de Gran Precio JS-Mateo 1:23 - 34)
Y vi a la bestia, y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, congregados para hacer la guerra contra el que montaba el caballo y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales, con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia y habían adorado su imagen. Los dos fueron lanzados vivos dentro del lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.
Apocalipsis 19:19-21
Sion
4 de Agosto del 2010
Esta el la voz como de uno que clama en el desierto.
Porque había en una aldea peculiar donde una vez solían reposar los Ángeles un evangelista ermitaño y tartamudo llamado casi como Enoc. Y quien de día y de noche se subía a las colinas y entraba a los sitios públicos predicando sin descanso el arrepentimiento tanto a los vivos como a los muertos diciendo:
Arrepentíos, arrepentíos todos vosotros extremos de la tierra porque el reino de los cielos se ha acercado. Enderezad la senda del señor o seréis derribados. Porque el hacha ya esta puesta al pie de cada árbol, y todo árbol que no produzca buen fruto será talado y echado al fuego. Ejerced fe en el Señor Jesucristo, el hijo de Dios viviente y en todas sus promesas; y vengan a bautizarse todos los que son capaces de arrepentirse con un corazón quebrantado y un espíritu contrito. O quien de frutos dignos de arrepentimiento, bautícense por inmersión par ala remisión de pecados en nombre de Jesucristo en su iglesia restaurada, que es la iglesia de los santos de los últimos días, por alguien debida y particularmente autorizado. Y esto es necesario para que podáis ser santificados por el bautismo de fuego y del Espíritu Santo. De no ser así no podréis ser encontrados sin mancha ante el tribunal de Dios en el último y postrer día. Por lo tanto, si no queréis ser echados al infierno os conviene cumplir con toda justicia como el Señor lo Jesucristo nos lo ha mostrado.
Y el evangelista también enseñaba en contra de ellos muchas otras cosas que el ojo natural no percibe. Y por lo que el decía en contra de todos ellos, muchos; y hasta los principales se ofendían. Y aunque que el peculiar evangelista era de entre los vivos; de ambos mundos, con cierto recelo y desden, le escuchaban.
Y aconteció que una vez por mandato divino, el evangelista se puso la cara como pedernal, y su apariencia se torno amarga y su apariencia mas áspera que la de cualquier otro hombre al interceder por los transgresores. Por lo cual casi todos se burlaban de el y hasta le insultaban. Y le gritaban que el era un falso profeta, un fanático y un loco desvariado. Pero el confiaba en su Señor y pese a las infames y tristes injurias, el no se avergonzaba de lo que le decían. Y algo como esto era lo que por mandato inalterable del Señor, como a Enoc, era lo que también el ermitaño evangelista predicaba:
Di a este pueblo: Elegid hoy servir a Dios el Señor que os hizo. He aquí, mi Espíritu reposa sobre ti; por consiguiente, justificaré todas tus palabras; y las montañas huirán de tu presencia, y los ríos se desviarán de su cauce; y tú permanecerás en mí, y yo en ti; por tanto, anda conmigo.
Y el Señor habló a Enoc y le dijo: Úntate los ojos con barro, y lávatelos, y verás. Y Enoc lo hizo. Y vio los espíritus que Dios había creado; y también vio cosas que el ojo natural no percibe; y desde entonces se esparció este dicho por la tierra: El Señor ha levantado un vidente a su pueblo.
Y sucedió que Enoc salió por la tierra, entre el pueblo, y subía a las colinas y a los lugares altos y clamaba en voz alta, testificando en contra de sus obras; y todos los hombres se ofendían por causa de él.
Y salían a escucharlo, en los lugares altos, y decían a los que guardaban las tiendas: Quedaos aquí y cuidad las tiendas mientras vamos allá para ver al vidente, porque profetiza, y hay una cosa extraña en la tierra; ha venido un demente entre nosotros.
(Perla de Gran Precio Moisés 6:33 - 38)
Sion
4 de Agosto del 2010
Jerusalén y Sión no serán olvidadas
Porque Jerusalén y Sión también exclaman y dicen esto: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado? Pero el señor os mostrara que no ha olvidado a su pueblo escogido, oh casa de Israel. Y no fue Jesucristo, El Santo de Israel quien colgado en un madero clamo primero esto diciendo: ¡Elí, Elí!, ¿lama sabactani? Y aunque lo apresaron, lo hostigaron, lo injuriaron, lo azotaron y le miraban con el ojo de escarnio colgado en un madero, los que pasaban esto era precisamente lo que de el decían:
Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú, el que derribas el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz.
De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, pero a sí mismo no puede salvarse. Si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere, porque ha dicho: Soy el Hijo de Dios.
También le insultaban los ladrones que estaban crucificados con él. Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: ¡Elí, Elí!, ¿lama sabactani? Esto es: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?
Mateo 27:39-46
Mas he aquí, Sión ha dicho: El Señor me abandonó, y de mí se ha olvidado mi Señor; pero él mostrará que no. Porque, ¿puede una mujer olvidar a su niño de pecho al grado de no compadecerse del hijo de sus entrañas? ¡Pues aun cuando ella se olvidare, yo nunca me olvidaré de ti, oh casa de Israel! Pues he aquí, te tengo grabada en las palmas de mis manos; tus muros están siempre delante de mí. Tus hijos se apresurarán contra tus destructores; y los que te asolaron se apartarán de ti.
¡Alza tus ojos y mira alrededor; todos éstos se han reunido y vendrán a ti! Y vivo yo, dice el Señor, que de todos serás vestida, como de vestidura de adorno, y de ellos serás ceñida como novia. Porque tus sitios desiertos y desolados, y la tierra de tu destrucción, ahora serán demasiado estrechos por causa de los moradores; y los que te devoraban serán arrojados lejos.
Los niños que tendrás, después de haber perdido a los primeros, dirán otra vez a tus oídos: Demasiado estrecho es para mí este sitio; dame lugar para que yo habite. Entonces dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró a éstos, dado que he perdido a mis hijos, y estoy desolada, cautiva y voy errante de un lado a otro? ¿Y quién crió a éstos? He aquí, fui abandonada; ¿dónde estuvieron éstos?
Así dice el Señor Dios: He aquí, yo alzaré mi mano a los gentiles, y levantaré mi estandarte al pueblo; y traerán en brazos a tus hijos, y en hombros llevarán a tus hijas. Y reyes serán tus ayos, y sus reinas, tus nodrizas; con el rostro hacia la tierra se postrarán ante ti, y lamerán el polvo de tus pies; y sabrás que yo soy el Señor; porque los que me esperan no serán avergonzados.
¿Pues será quitada la presa al poderoso?; o ¿serán librados los cautivos legítimos? Pero así dice el Señor: Aun los cautivos le serán quitados al poderoso, y la presa del tirano será librada; porque contenderé con el que contienda contigo, y salvaré a tus hijos. Y a los que te oprimen haré comer su propia carne; y con su propia sangre serán embriagados como con vino; y conocerá toda carne que yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.
(Libro de Mormón 1 Nefi 21:14 - 26)
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